Separados de un integrante histórico de la banda, realizando shows en lugares pequeños y decididos a alejarse de los medios, los mismos que especularon una y mil veces sobre el futuro del grupo, Los Prisioneros decidieron irse, casi en silencio. La prensa, la industria discográfica, los invitados al escenario y una conversación frente a un televisor: ante ese contexto, González, Tapia y Badilla, decidieron hablar poco antes de hacer las maletas.
“¿CONTIGO CONVERSÉ EL OTRO DÍA?”, pregunta Miguel Tapia mientras nos saludamos de mano. El baterista de la banda nacida en San Miguel alude al primer acercamiento para esta entrevista. Dos días antes de saludarnos en el lobby de un hotel de Osorno, Tapia respondió vía telefónica una serie de preguntas, justo antes de partir a ensayar con sus socios, Jorge González y Coti Badilla, para la presentación del 14 de enero en la ciudad sureña.
La imagen de acompañante y segundón de Jorge González, hombre acostumbrado a encender el ventilador con sus declaraciones, no viene al caso. Con soltura, Tapia responde del otro lado del teléfono con la misma radicalidad de juicios que el vocalista.
Si algo ha marcado la carrera de Los Prisioneros en el último año y medio, han sido los divorcios: primero, la bullada salida de Claudio Narea del grupo, que puso fin al regreso con el trío original. Como consecuencia directa de lo anterior, el divorcio con la prensa: no más conferencias de prensa, no más apariciones en televisión, no más micrófonos al suelo. Y por último, el divorcio con Chile y el viaje a México para dirigir los destinos de la agrupación desde el país de las rancheras.
El lanzamiento del disco “Manzana”, placa que recibió la venia de los medios extranjeros y de la cual en Chile se habló poco y bien, la incorporación temporal de Gonzalo Yánez a la banda y una gira de tres meses por Estados Unidos, Canadá y México a fines de 2004, fueron la contraparte de los desencuentros.
– Si la relación con los medios chilenos ya se gastó definitivamente, con “Manzana”, en el extranjero parece que se están dejando querer…
“Los medios de afuera no están contaminados ni en lo más mínimo con la mala onda que hay acá en Chile contra Los Prisioneros. Hay amigos o cercanos que te cuentan lo que aparece en los diarios, y siempre hay un ataque detrás. Eso no existe afuera, partiendo desde lo más cercano: nosotros vamos a Perú, y pese a que existe una rivalidad histórica con Chile, con el grupo no pasa nada de eso. Nos sentimos sumamente queridos en Perú, para empezar.
Ahora en febrero vamos a Colombia por dos semanas, y es lo mismo que en Perú, la prensa afuera es otra cosa. No le transmite al público la mala onda. A veces nosotros ni siquiera estamos en Chile, y nos metemos a internet, y por lo menos una vez cada dos semanas (para no exagerar) aparece alguna cuestión con sentido malicioso contra Jorge en particular o contra Los Prisioneros en general. Como eso no existe afuera, no hay una referencia penca contra nosotros ni nos relacionan con que siempre estemos armando polémica, sólo nos dedicamos a tocar, como venimos haciendo desde hace rato”.
Tapia tiene su propia lectura sobre la opinión de la gente respecto de todas esas referencias pencas. “La gente en general, no los músicos ni los artistas, está súper harta de los opinólogos, harta de los programas de pelambre. Está todo el mundo aburrido de eso. El común de las personas sabe que lo que sale en esos programas es todo un invento, les tienen sacada la foto y están chatos. Esa es una parte súper chica de la realidad y lo que en realidad la lleva es el diario vivir de todos nosotros”.
DURANTE LA GIRA DE LOS PRISIONEROS a fines de 2004, la banda se presentó en lugares pequeños, lejos de las multitudes de los estadios chilenos o colombianos. Pubs mexicanos, algún gimnasio de Toronto y tocatas en discotheques, fueron los escenarios que albergaron shows en los que, literalmente, se movió el piso. Así pasó en un tercer piso de Manhattan, cuando en medio de “Maldito Sudaca”, un público compuesto por casi puros inmigrantes latinos, adoptó como himno el tema en medio de esa noche de juerga en la Gran Manzana.
“Todo pasando ahí. Puros sudacas saltando y vacilando el tema. El susto fue cuando se empezó a mover la batería, el escenario, y nuestro iluminador nos hacía señas de que no podía mover las perillas de las luces. Imagínate la media onda. Se pasa la raja tocando en lugares chicos. Con toda franqueza, es lo mejor después de haber llenado estadios el tener al público enfrente y que a la tercera canción, estén todos transpirando y que te piquen los ojos porque las gotas te corren por la cara. Esto te lo va a decir cualquier músico. Gonzalo ( Yánez)- un cabro la raja, al que queremos mucho-, quedó impresionado con esto de tocar primero ante una multitud y después en lugares chicos”.
El concepto de “trío sanmiguelino” quedó obsoleto por un tiempo para denominar a Los Prisioneros. Después de que Sergio ´Coti´ Badilla se uniera de manera oficial al grupo como guitarrista tras el fin de la colaboración de Álvaro Henríquez, el grupo sumó un “último refuerzo”. Gonzalo Yáñez, ex líder del grupo No Me Acuerdo, y recién embarcado en una carrera solista, dejó de lado por varios meses su proyecto individual para convertirse en el cuarto miembro de la banda de González y Tapia. Yáñez participó en el rodaje de los clips de “El Muro” y del tema que da nombre al último disco, “Manzana”.
“Este cabro se olvidó un poco de su carrera solista por esos meses, por acompañarnos a nosotros. Estamos súper contentos de que retome lo suyo porque es súper talentoso. Ahora, volvemos a presentarnos como trío, con Jorge en guitarra y voz, yo en batería y Coti en guitarra, además de las secuencias, algo que se ha usado mucho en el último tiempo, y que nosotros ocupamos prácticamente desde que empezamos, en los `80”
EN EL MOMENTO DE ESTA ENTREVISTA, LOS PRISIONEROS preparaban las maletas sin muchas certezas respecto de la fecha exacta en la cual partirían y sin fechas confirmadas ni en México ni en el resto de Latinoamérica, aunque, claro está, se barajaban ya bastantes alternativas de lo que fue la reciente rueda de presentaciones realizada desde mayo en adelante. “Te podría decir que tenemos muchas actuaciones listas, que algo de cierto tiene, pero no podemos adelantar mucho más”, dijo escuetamente Jorge González. Los meses previos a la partida, fueron tomados casi como un entrenamiento para afrontar futuros calendarios de conciertos en México, país de abismantes diferencias territoriales con relación a Chile.
“Si queremos irnos a México, que es un lugar gigantesco, donde te exigen mucho a nivel musical, lo mejor para cualquier banda es estar tocando; estar tocando porque sí, porque es una ventaja espiritualmente y porque es un ejercicio súper sano para el afiatamiento, independiente de la parte económica”, señala Miguel Tapia antes de dar por finalizada la conversación telefónica. Dos días después, Miguel me preguntaría, en la charla previa a la entrevista en que el grupo se sentaría en pleno frente a la grabadora, algunos detalles sobre la ciudad, como las indicaciones para llegar a un quiosco donde comprar una tarjeta telefónica, el lugar en que este servidor estudia y un detalle no menor: el nombre del diario para el cual trabajo. Le respondo y agrego: “de la cadena de Mister Right”. “De Mister Right”, repite Miguel soltando una carcajada socarrona.
DETRÁS DE UNA LAPTOP APPLE Y CON LA GUITARRA COLGADA AL CUELLO (sí, la misma con el diseño del cómic de “Emilia la extraña”), Coti Badilla ajusta detalles antes de que el concierto ante un lleno Gimnasio Monumental de Osorno, parta con los acordes de “Nunca quedas mal con nadie”. Badilla fue el primer prisionero al que pude saludar en vivo, algunas horas antes en el hotel. Apareció mientras Nelson, parte del staff de la gira y gracias a quien se pudo realizar esta entrevista, hablaba por teléfono y verificaba que la instalación de los equipos se efectuara en orden.
Badilla se sienta junto a sus compañeros, al parecer, pensando en que no va a ser requerido en la conversación, e incluso, se ríe cuando una pregunta va dirigida a él, como si pensara que se debe a un mero gesto de deferencia del periodista. En menos de un año, Coti pasó de ser un músico invitado, actuando en vivo desde el anonimato tocando los teclados, a ser parte de la imagen de Los Prisioneros.
“La principal diferencia con lo que hacía antes, es que ahora que ahora la gente me escupe más en la calle, así es que salgo con ropa impermeable”, dice riéndose. No cambia el tono de voz irónico para decir “el pasar a estar más adelante al principio fue un poco difícil, porque yo soy una persona más bien tímida, reservada. Pero… ¡se me pasó!”. Se pone más serio para decir que de parte del público “no he recibido ni grandes espaldarazos ni rechazo”.
La hora avanzaba y nos quedamos con las ganas de averiguar algo más de la vida de Coti, ya que hasta ese momento, la poca información que circulaba era su estrecha amistad con Miguel Tapia y la participación de ambos en el proyecto denominado “Razón Humanitaria”. Sólo varios meses después, los fans pudieron saber más de él gracias una biografía aparecida en el sitio web del grupo, donde se explayó sobre su paso por la universidad, la dirigencia estudiantil y cómo la venta de un teclado catalizó la amistad con Tapia.

¿QUIÉN ESTÁ JUGANDO?, pregunta Jorge González tras saludar fraternalmente de abrazo a Miguel, quien llegó a la ciudad más tarde por un retraso del avión en que viajó. González se refiere al partido que se transmite en la tele instalada en el lobby del hotel. Racing y San Lorenzo de Argentina juegan su primer partido por la Libertadores, y Jorge les dice a sus socios “más tarde tenemos que ver jugar a nuestro amigo”.
El amigo no es otro que Sebastián “Chamagol” González, quien esa noche actuó por el Atlante.
Las preguntas que voy a hacer, tienen que ser precisas. En el diario para el que trabajo me esperan para despachar la nota lo antes posible y luego partir al concierto. La banda debe ir a probar sonido. Directo al grano y sobre el último disco; no podré darme el lujo de dilatar la conversación. Antes de apretar Rec en la grabadora, Loreto, esposa de Jorge González, me regala algunas chapitas con el logo del disco.
– Si en Chile la recepción de “Manzana” fue fría, en México llegaron a decir que “el rock vuelve a ser sexy con Los Prisioneros”…
Jorge González: “Mira, en general, con los medios de fuera tenemos una relación más normal. Somos un grupo más, que es escuchado como un grupo de música. Como la banda ha sido tan popular e importante en alguna época, hay gente que toma nuestra presencia de manera diferente, no sólo como música, sino que ven cosas hacia atrás. Eso tiene que ver con la personalidad de la banda, porque nosotros hemos adoptado una actitud súper independiente con respecto, por ejemplo, a la taquilla. Esa independencia, en ciertos círculos, sobretodo en Santiago, se paga, si es que tu no andas palmoteándole la espalda a la gente de la tele, por ejemplo. Y si tienes opiniones políticas que van en contra de la gente que maneja esos medios, eso se paga más caro todavía.
Tener una posición política en Chile es complicado. Hay gente que apareció en los años `80 en las campañas del NO con una posición anti –Pinochet, y que cuando vino la época de la “democracia”, así entre comillas, como que ya nunca más tuvo una opinión con respecto a nada. En general, los chilenos somos muy tímidos para decir lo que pensamos. Nos da miedo. Y eso no es raro, porque hubo mucho tiempo en el que decir lo que uno pensaba era peligroso, y pienso que eso ya se convirtió como en una manera de ser chileno”.
– El disco de 2003 fue bastante más personalista, trabajado a través de la tecnología, diferente a “Manzana”, que retoma un sonido más fácil de presentar en vivo. ¿Cómo se produce ese cambio?
– J.G: “A nosotros nos ha pasado en nuestra carrera que hemos alternado entre un disco más rockero y otro más electrónico. Pasó con “La voz de los `80” y el cambio hacia “Pateando Piedras”. De ahí vino “La cultura…”, en que volvieron las guitarras, y después “Corazones”, totalmente electrónico. Entonces siempre nos ha pasado así: acción y reacción.
El material de “Manzana” es todo nuevo. Sólo hay una canción que sobró del disco anterior, que se llama “Eres mi hogar”. Todo el resto son canciones nuevas, que hicimos en el verano pasado (2004)”.
– Entre los dos discos que te mecioné, hubo uno de covers (En las Raras Tocatas Nuevas de la R&P), en el que se asociaron a la radio Rock and Pop. En el último tiempo han manifestado algunas diferencias con esa radio, que al parecer habría decidido no programarlos…
J.G: “Nooo, mira, ellos tocaron bastante el disco, y son los fans de nosotros los que tienen un poco de bronca con la Rock and Pop, porque se llama así pero no pasan tanto rock. Eso a los fans, como que les da lata, y les mandan mensajes y reclaman en nuestra página web, pero nosotros no tenemos ninguna bronca con ellos”.
– Tiempo atrás anunciaron que se dedicarían solamente a tocar, cosa que han hecho, y a promocionar sus actuaciones sólo a través de la página, sin ir a tocar a la televisión, por ejemplo. ¿Esa actitud va a seguir siendo así?
J.G: “Es que no hay programas donde ir a tocar ahora. Nosotros tocamos en “De pé a pá” y en “La Última Tentación”, donde fue un poco improvisado porque no es un lugar donde se pueda hacer un espectáculo. A la tele uno tiene la posibilidad de ir , pero si es que va a conversar, a contar copuchas, en lo posible a descuerar a algún conocido cercano. Si uno no va a eso, para los productores no tiene mucho sentido llevarnos. Ya no existe esa onda de montar los equipos y tocar. Ni siquiera hay programas para ir a doblar, como pasaba antes, que se podía ir a Sábado Gigante a hacer playback y marcar alguna presencia como grupo. Ahora, la presencia tiene que ver con hablar, y hablar mal de otra gente. Y tener que ir a eso, no es muy atractivo”.
– ¿Cuál es el plan a seguir en México, una vez establecidos en el Distrito Federal?
J.G: “Es difícil adelantar cosas, porque los planes cambian de un día para otro. Ya se sabe que la industria del disco se está cayendo a pedazos y los sellos pierden plata todos los días. Nos encantaría seguir sacando hartos discos, que es la idea, pero en principio nos vamos a dedicar a tocar lo más que podamos.
Suena un grito de gol en el televisor. Miguel y gente del Staff dejan de poner atención en la entrevista y esperan a ver la repetición. Coti se mantiene en silencio detrás de sus lentes oscuros. Jorge cuenta que el próximo single será “Eres mi hogar”, sin entregar detalles sobre la filmación de aquél videoclip que convirtió al grupo en personajes de videojuegos. Cuenta además de lo contentos que están de empezar, tal como en el 2002, una gira en Osorno. Esta vez, el punto final de esta gira, sería bastante más lejano.


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